Es el caso de Germán, un empresario de la zona Este, que es propietario de “El Aparcero”, una finca de 65 hectáreas ubicada en la calle Galigniana (Colonia Norte) del distrito de Las Catitas en el departamento de Santa Rosa.
La triste situación lo ha llevado casi a la desesperanza de seguir invirtiendo en la zona “Tengo muchos proyectos para hacer en el departamento, ya que Santa Rosa, tiene un potencial extraordinario, pero muchos le escapan por la desidia de la gente. Generacionalmente las personas están acostumbradas al confort o a subsistir con los planes o con un contrato municipal y no buscan crecer o si lo hacen van uno o dos días y no asisten más. Tengo de seguro, un solo cosechador, el resto, no cumple. El tacho lo pagamos a $15,00 y a $30,00 el de cabernet, pero la gente no quiere cosechar y después dicen que no hay trabajo”, expresa consternado por la situación.
El paso del tiempo
Años atrás, pero no tantos, muchos trabajadores solían pedir su licencia anual para la época de la vendimia y, junto con sus familias, concurrían a cosechar, se trataba de un ritual casi sagrado afirmando la frase aquella “Para el tiempo de cosecha, que lindo se pone el pago” y con las tantas fichas de los tachos que hacían, aprovechaban para adquirir harina, azúcar y aquellos alimentos no perecederos que les ayudarían a pasar el año, e inclusive muchos aprovechaban y vestían a sus hijos para el ciclo escolar.
“Nadie está obligado a salir a cosechar, pero la gente es inestable, no tiene responsabilidad, estoy desilusionado porque desembarque con muchas ganas en la zona y no tengo cosechadores, tengo uvas tintas, cabernet, bonarda y algunas criollas. A los trabajadores los llevamos y los regresamos hasta la puerta de su casa”.
Pero aquí el análisis es otro. Aquellas épocas lindas del pago, se fueron perdiendo y apareció un nuevo fenómeno, el de los obreros golondrinas que arribaban a Santa Rosa, desde el Norte del país. Una vez finalizada la zafra de la cosecha de la caña de azúcar, llegaban para cosechar la uva, pero ahora la situación cambio y la posibilidad para las familias de Santa Rosa se afianzó, el tema es que “Nadie lo aprovecha” dice Germán.
“La semana pasada nos costó muchísimo llenar un camión que equivale a unos 500 tachos aproximadamente y lo hacemos con 15 o 20 personas, pero van uno o dos días y no regresan, entonces no podemos garantizar una estabilidad laboral para lograr el producto final. Ahora, nos quedan unos 15 días más y si no aparecen cosechadores, lamentablemente vamos a perder todo como nos sucedió con la ciruela, estamos atravesando una triste situación, es raro que en ésta época que vivimos nadie quiera trabajar, aún me queda poco más de medio cuartel y no puedo terminar de cosechar”.