La dolarización de la economía ecuatoriana llegó en enero del 2000, durante la presidencia de Jamil Mahuad y al cabo de una de las mayores crisis en la historia del país. Entre los principales argumentos a favor de la medida se contaba el que también fue el señalamiento de Javier Milei durante la campaña electoral argentina: la necesidad de poner fin a la hiperinflación.
“Tras 21 años, el dólar goza de una gran aceptación y le ha permitido a Ecuador terminar con la hiperinflación que sufría el país de 91% en el año 2000, imponer una fuerte disciplina al gobierno al no permitir devaluación de la moneda, estabilidad económica, inversión con menor riesgo cambiario y la imposibilidad de imprimir moneda, lo cual promueve la confianza en una moneda fuerte”, destacaba en su balance de 2021 la Asociación de Bancos del Ecuador.
El lavado de dinero y, más específicamente, de los llamados “narcodólares”, ya era un problema mucho antes de la adopción del dólar como moneda de curso legal. En un artículo publicado en 1991 por Flacso Ecuador, los investigadores Bruce Bagley, Adrián Bonilla y Alexei Páez diagnosticaban que “la caducidad de las leyes, unido a su falta de cobertura y control, ha permitido durante estos últimos años que la economía ecuatoriana se encuentre abierta al ingreso y lavado de los narcodólares provenientes de las fronteras con Perú y Colombia”.
Además, señalaban “la estructuración de todo un sistema subterráneo hecho para facilitar el lavado de dólares desde grandes operaciones hasta las más pequeñas”.